Se dice de mí

5' con Tea&co.
Queridos amigos dacheros: quiero compartir con ustedes mis 5 minutos con Tea Alberti. Tea es diseñadora gráfica, sommelier de té, disfrutadora de manjares terrenales y espirituales y, a mi modo de ver, escritora, reportera, cronista, periodista nata; una de sus creaciones es el interesante e imperdible blog especializado en cultura del té Tea&co. http://teaandco.com/, en donde hoy publicó esta entrevista. Tea, mil gracias por la nota!
Para leer la nota completa:http://teaandco.com/2012/07/24/5-con-gabriela-chromoy-dacha-ruskii-sekret/

 

PRIMER GRAN FESTIVAL DE CULTURA ESLAVA EN BUENOS AIRES

Quiero compartir con ustedes, así como agradecer con todo mi corazón a la Lic. Kira Mamontoff, la hermosa nota periodística que publicó en Rusia Hoy, acerca del PRIMER GRAN FESTIVAL DE CULTURA ESLAVA EN BUENOS AIRES. La foto muestra un extracto en donde habla de "DaCha - Russkiĭ Sekret" pero les recomiendo la lean toda, tanto por su contenido como por la calidad de su estilo.
Para leer la nota completa:


TÉ CON AROMA DE MUJER
Mi agradecimiento a la periodista Mariana Jaroslavsky, por incluirnos a "DaCha - Russkiĭ Sekret" y a mí, en la nota TÉ CON AROMA DE MUJER/LAS DAMAS DEL TÉ, de la revista Clase Ejecutiva (El Cronista Comercial), primera edición de Mayo.
Es un honor compartir espacio con algunas de las más destacadas mujeres del té, de Argentina.

   A continuación, previa autorización de Mariana, les comparto la entrevista original, que me llevó a poner en palabras, sentires y pensares:
M.J. - ¿Cómo surge la idea de que el té se transformara en un medio de vida? ¿Por qué el té?
G.CH.- La idea de crear una marca comercial surge casi como el camino lógico y obligado a seguir, después de haber puesto mucha energía, amor y pasión en el diseño de un puñado de blends para mi familia y amigos; también como una idea romántica de compartir con todos, las imágenes, los aromas, los sabores, la poesía, las historias y la música que los inspiraron y que a los míos les alegraban el alma. Si eso deviene en un medio de vida, además, mucho mejor. Elegí el té porque forma parte de mi vida desde que tengo memoria, me apasiona el viaje interior al que me conduce, se convierte en el puente que me transporta en el espacio tiempo hacia la inmensidad cultural y en este sentido, es para mí, nexo inclusivo, hermanador, integrador y universal.

M.J. - ¿Cuál fue la primera idea sobre lo que sería DaCha? ¿Es parecido a lo que pasó?
G.CH.- Creo que lo que pensaba y sentía al principio, podría parangonarse con la idea de lo que será un hijo, cuando uno lo está gestando: por un lado uno está lleno de expectativas e ilusiones, le desea buena fortuna, salud, éxito y, secretamente, espera verse reflejado en su espejo pero, por otro lado, uno sabe que una vez que nazca al mundo se convertirá en hijo de la vida. DaCha era, en mi imaginación, un estado de ánimo de bienestar en el que el té sería protagonista y donde cada blend contaría una historia a través de sus ingredientes, a veces para disfrutar en soledad, a veces para compartir; tenía la necesidad de abrir, desde ese lugar, los armarios de secretos y tradiciones que muchos no conocen y quería hacerlo revalorizando la cultura rusa del té. Lo que pasó y se generó alrededor de eso me emociona, me maravilla y colma mis expectativas; tengo un producto del que estoy orgullosa y la aceptación y cariño de quienes lo consumen.

M.J. - ¿Qué distingue al té de DaCha? ¿Qué aporta al negocio del té en Argentina?
G.CH.- Los blends de DaCha se producen con hebras de té de excelente calidad, de distintos varietales y de distintos orígenes, mezcladas con materias primas (flores, frutos, especias, hierbas) totalmente naturales, procesadas artesanalmente, en su mayoría de origen nacional. No uso esencias ni aromatizantes artificiales y me aseguro de no incorporar en ellos sustancias alergénicas como algunos componentes del clavo de olor, la vainilla y otros que, solubilizados en agua pueden causar problemas de salud. En cuanto a la manipulación del producto, ésta es totalmente libre de látex (supongo que mi condición de profesional de la salud me lleva a observar eso también).
El aporte de DaCha al negocio del té en Argentina es la impronta rusa del arte de blendear y una opción diferente para quienes buscan salirse de los carriles de la ortodoxia inglesa.

M.J. - ¿El té es cosa de mujeres?
G.CH.- ¿Cómo podría yo encasillar a una bebida tan noble en cuestiones de género? Me parece una trampa. El té es, fundamentalmente, universal. Las construcciones histórico-culturales configuradas en las interacciones sociales, varían de un grupo a otro y de una época a otra. Si bien es común imaginar a la madre, abuela, matrona, dama, doncella preparando y sirviendo el té o a grupos de mujeres reunidas para tomar el té y cotillear –al menos en nuestras culturas occidentales-, en culturas como las del desierto, por ejemplo, en el Magreb, el été na ana es preparado y servido por los varones.
Estamos en un momento de la historia en el que, por suerte, mujeres, varones y todo un abanico de colectivos, compartimos las artes del buen comer y el buen beber. El té no es una excepción.


M.J. - ¿Qué hace del té una bebida tan universal?
G.CH.- Justamente lo que te decía antes, que puede ser tomado por todos, sin distinción de raza, etnia, credo, ideología, status social o edad. Está y estuvo presente desde épocas remotas y en muchísimas culturas. Es saludable y sólo hace falta un puñado de hebras o un saquito y un poco de agua hervida para prepararlo.

M.J. - Si pudiéramos imaginarlo, ¿qué pensás? ¿el té sería hombre o mujer?
G.CH.- Pienso en “la” Camellia y pienso en “el” licor, pienso en aquello que es completo y que contiene en sí todo… y me cuesta mucho ponerle sexo a algo que entibia, refresca, nutre, sana, da sosiego al cuerpo y al alma. Si bien es muy tentador darle a las cosas de la naturaleza cualidades antropomórficas, me excuso en ésta.

M.J. -¿Cuál fue el rol de tu marido en todo esto?
G.CH.- Martín es mi par; compartimos ideología y profesión. Me acompaña y me da apoyo en todos los emprendimientos que encaro, independientemente de comulgar o no con ellos. Hace muchos años, cuando todavía éramos novios, fue el primero en destacar mi sensibilidad olfativa y gustativa y en alentarme para que incursionara en lo que, tiempo después, se convirtió en esta pasión.
DaCha nació de mí pero en función de él, que en enero de 2011 fue afectado brutalmente por un accidente que lo obligó a parar la máquina y a raíz del cual se le diagnosticó Alergia al Látex de tipo I. Para nosotros, que somos grandes consumidores de té, garantizarnos una producción libre de látex era fundamental y eso me llevó a poner énfasis en el proceso creativo de mis propios blends. A lo largo de todo el año, DaCha se convirtió en refugio para el alma, permitiéndonos crear, soñar y hacer con las manos, allí donde de otro modo, tal vez, nos hubiéramos derrumbado.

M.J - ¿Cuál es la ceremonia DaCha del té? ¿Y la tuya personal?
G.CH.- Si hablamos de la performance en la cual degusto y cato los blends terminados, primero la celebro con mi marido, para enfrentar mi percepción con la de él, ya que yo soy muy crítica y él es más benévolo (aunque no concesivo), sin ningún tipo de "maridaje", más que el nuestro. Si el blend pasa la prueba de fuego, en general invito a nuestros padres o amigos para develar un nuevo Russkiĭ Sekret y, entonces sí, preparo una mesa para Chaepítie, con cosas ricas para maridar el blend que degustaremos; uso alguno de mis juegos de porcelana (heredé uno inglés lindísimo, de mi abuela), caliento el agua en la cocina, en silencio y soledad, chequeo la temperatura religiosamente y, cuando llego a la mesa para volcarla sobre las hebras de la tetera, comienza la ceremonia; pido a alguien que controle el tiempo de infusión y, mientras se produce la alquimia, presento al té por su nombre, describo sus ingredientes, sus orígenes y el motivo de la elección de cada uno. Finalmente, cuento la historia que lo inspiró o le dio vida, que casi siempre es larga y continúa mientras voy sirviendo las tazas; cuando termina el cuento, me siento a disfrutar, con todos, del secreto.

M.J. - ¿Cuál es tu té favorito (hasta 2)? 
G.CH.- Mis tés favoritos son el Li Shan Oolong de Formosa (Taiwan) y el Ceylon Dimbula (Sri Lanka)

M.J. - ¿Seguiste a algún modelo de negocios en especial para montar DaCha?
G.CH.- No. Sólo mi intuición. Por mi formación profesional, los negocios no son mi métier, así que voy aprendiendo a medida que avanzo.

M.J. - ¿Estás trabajando en algo nuevo?
G.CH.- Sí, siempre. Esta vez, Argentina tiene toda mi atención pero prefiero guardar el secreto, por ahora.
M.J. - ¿Cómo te inspirás para blendear? ¿Cuáles son tus ingredientes favoritos?
G.CH.- En general, me inspiran las corrientes migratorias y, en particular, las de mis ancestros. Estudio mucho, investigo, me empapo de las historias de los pueblos, sus costumbres, sus tradiciones, su música y literatura, los olores de sus terruños, sus comidas y bebidas, su coraje para irse o para quedarse. A veces, el camino empieza por el final y sueño con todos los ingredientes de un blend; después me ocupo de investigar qué me condujo a ese momento onírico y, maravillosamente, ¡encuentro! Otras veces, aprendo todo sobre un lugar desconocido, me interno en las junglas biográficas de mis antepasados o me nutro de los recuerdos de mis viajes y, entonces, se produce la alquimia. No tengo ingredientes favoritos o estrella, trato de equilibrar sabores sin atarme a fórmulas rígidas, aunque debo admitir que en Rusia adoran el té con todo tipo de cítricos y DaCha es esencialmente rusa, por lo que varios de mis blends llevan cítricos en diversas formas de elaboración. También adoro las flores.

M.J. - ¿Hay algún blend que hayas diseñado que ya no puedas tomar o que hayas sacado de la carta porque no te guste?
G.CH.- Ahhhh… ¡cuánto he descartado! Dentro de los pasos de la elaboración de un blend, hay uno que es decisivo, que es el último; lleva unos cuantos días, después de los cuales recién es posible saber de qué manera sabrá. Muchas veces uno diseña algo que le parece que va a funcionar y el resultado no es ni siquiera óptimo; en esos casos, aprendí a no tratar de corregir: directamente, tiro todo. También he diseñado blends que adoré pero que me hacían mal, como aquéllos con hibiscus, canela, vainilla en chaucha o clavo de olor y he ido aprendiendo a incorporar esas notas sin que la flor o la especia entren en contacto directo con las hebras.
Los blends que hay en la carta, en este momento, son los que he aprobado tras una fuerte autocrítica y me encantan, cada uno con su personalidad.

M.J. - ¿Cómo va variando tu nariz a través del tiempo?
G.CH.- Crece. La nariz, el olfato, se va perfeccionando, se afina, distingue cada vez más descriptores, los reconoce y acepta, madura. Por la misma razón, a la hora de elegir, también va dejando atrás lo seguro y se arriesga a lo no tan amable, a lo más jugado.

M.J. - Te pido si me contás tu momento favorito para tomar un té. ¿Qué té tomás acompañada? ¿Por quién? ¿Qué té tomás cuando estás sola? 
G.CH.- El momento favorito para tomar un té es cuando no estoy apurada. Me encanta el chaepítie* perfecto, con amigos o familia, con cosas ricas y con mucho tiempo para divagar y elijo el té en función de los invitados y del maridaje de lo que haya sobre la mesa.
Cuando estoy sola, tomo mucho Pu Erh e incluso se lo agrego al mate. A la noche, me encanta tirar unas Perlas de Dragón en un vaso, echarles el agua y ver cómo se abren mientras termino el día.

M.J - Además del té, ¿tenés otras pasiones? ¿qué te gusta hacer en tus ratos libres?
G.CH.- Claro que sí. Amo cantar. En mis ratos libres escucho música, elijo canciones, leo, estudio, escribo, sueño lo imposible.

 *Chaepítie: término que usan los rusos de la misma forma en que nosotros usamos la palabra matear; chaepítie: tomar té; el chaepítie perfecto va acompañado de cosas ricas, se toma alrededor del samovar y se sirven entre 7 y 8 rondas de té.

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